lunes, 2 de junio de 2014

Los exterminadores de bichos (tercer post)

El señor Ramsés, el señor Vicente, Mariana y yo estamos en el sótano para eliminar a los últimos bichos de la casa. El lugar es oscuro, incluso con el foco de luz encendido. Hay algunas cajas de cartón repartidas por el suelo, también un ropero y una jaula de fierro abierta. Deben haber tenido un animal muy grande. De pronto, la puerta del sótano se abre y ahora entran Elliot y el señor Leandro. "¡Por fin estamos todos!", dice el señor Ramsés. 

Parece que Elliot hizo bien su trabajo de limpiar los cuartos porque el señor Leandro está feliz. Bueno, parece feliz por su sonrisa, aunque es difícil saberlo por el aspecto general que tiene. Es un hombre muy muy delgado, su cabello es castaño, largo y ondeado. Tiene dos piernas de palo y su pecho y espalda... ¡qué nervios! En su pecho y espalda tiene cuatro orificios de los que se prolongan alambres gruesos. ¡Y sus ojos! No tiene. 

Me da mucha curiosidad saber qué le pasó. 

Cuando recién entramos a la casa, quise preguntarle qué le había ocurrido. Justo cuando estaba por hacerlo, Mariana se dio cuenta de mi curiosidad y me dijo al oído que no lo hiciera. Según ella, tengo cierta mirada cuando algo me llama mucha la atención y quiero preguntar. Ahora, por su culpa, nunca sabré qué le pasó. 

"Comiencen con la limpieza de esta último espacio, por favor", dijo el señor Ramsés mientras cerraba con llave la puerta. 

¿Por qué cierras la puerta? pregunta el señor Vicente.

Para que no escape ningún insecto responde el señor Ramsés, pero el señor rubio parece que no le cree. Su mirada me recuerda al de Mariana cuando yo hago algo que le parece mal. 

No estarás pensando... pero el señor Ramsés le interrumpe.

¡Cállate! le grita alterado. 

Mariana y yo nos miramos sin saber qué estaba pasando. El señor Ramsés señala al señor Vicente y él salta hacia atrás como si alguien le hubiese dado un golpe muy fuerte. Cae dentro de la jaula y esta se cierra. 

El señor Vicente se levanta y nos dice: "¡Escapen!". No entiendo lo que está pasando. Mariana me toma del brazo y corre hacia la puerta, pero no se puede abrir. 

"Leandro, ve por ellos", ordena el señor Ramsés y Leandro obedece. 

"¡Cárgame y vuela!", le exijo a Mariana. Lo intenta, pero caemos al piso. ¡Justo esta mañana se me ocurrió comer más que de costumbre! 

Leandro nos atrapa con los alambres que salen de su cuerpo y que tienen vida propia. Creo que es un robot como Elliot. ¿Y Elliot? ¿Dónde está? Ha desaparecido el miedoso. ¿Cómo habrá escapado? 









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