miércoles, 21 de mayo de 2014

Los exterminadores de bichos (segundo post)

Estoy en la sala principal quemando arañas en los techos. A diferencia de Gabriel que tiene una botella de alcohol y un encendedor, yo tengo un moderno espray lanza llamas, pero él no lo sabe. No se lo digo porque sino querrá que se lo de y se puede hacer daño con él. 

Me acompaña Vicente, un señor de cabello rubio y largo (más largo que el mío). Se viste un poco raro: lleva sombrero de copa, saco, pantalón y zapatos de color rojo. 

"Me gusta tu cabello. Eres la única pelirroja que he visto después de diez años. Pensé que se habían extinguido", me dice y se ríe. Creo que se intenta burlar de mí. Pero mejor no le respondo. "Tu piel es demasiado clara. No me gusta, niña. ¡Pareces muerta!", ríe el tonto de nuevo. "Perdóname, a veces soy un poco atrevido". Lo eres. 

De pronto veo una tarántula que se esconde entre las cortinas de la ventana de la sala. Sí que es horrible. No había visto arácnido tan grande. ¿Y ahora cómo la mato? Si le lanzo una llama de fuego se prenderá también la cortina.

Entonces veo un macetero del que cojo una pequeña piedrecita y se la lanzo al animal. La tarántula se mueve hacia el techo. Justo lo que quería. Le lanzo fuego y se prende. Listo, trabajo terminado.

Mentira, no muere y comienza a moverse por todo el techo. ¡Qué horrible! Esta araña gigante es tan persistente con su vida como el señor Vicente con sus bromas. La persigo para volver a lanzarle fuego, pero entonces cae. 

"¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! ¡Sácame el animal de mi cabeza!", grita el señor Vicente. Yo me quedo inmóvil sin saber si quitarle la tarántula o verlo sufrir unos segundos más. 

Al instante llegan Gabriel y el señor Ramsés. Mi hermanito quita el animal del sombrero del hombre y lo extermina. 

El señor Ramsés se ríe de su amigo. 

"¡No vamos a pagarles nada!", grita enfurecido la víctima de la araña. Pero el señor Ramsés lo contradice: "Pagaremos". Esos nos calma a mi y a Gabriel. Hubiese sido trágico si todo lo que habíamos hecho habría sido en vano. "Pero antes queremos que limpien el sótano", sonríe.